miércoles, 8 de marzo de 2017

"EL AMOR DE MI MUERTE" DE ALONZO CHAUCA. Por EDUARDO REYME WENDELL




Hay tres formas de escribir un libro como El amor de mi muerte: loco, ebrio o enamorado.  La voz quebrada que desfila por estas páginas son los aullidos de un licántropo despojado del lenguaje, de los susurros y los buenos tratamientos de la palabra para ser solo un eterno grito desesperado con la clara intencionalidad de llamar desde las mismas brasas del infierno al recuerdo, eso que aqueja al poeta desde las primeras líneas y que anuncia su inminente fracaso. Aun así, a medida que cada poema intenta acercarse a ese ser inefable, de inmediato somos nosotros los lectores los primeros en caer en el lodo del fracaso, notamos además una clara intención de alejarse de las formas y la tradición. Y es que a lo largo del libro el lenguaje parece no colmar ningún deseo, la voz del yo lírico parece venir de un encierro que no está dispuesta a pasar por algún otro, los versos flotan y buscan que sea la rudeza la que predomine ante la contemplación de la palabra. Al fin y al cabo no se puede hablar del amor y la pérdida como se habla de una flor.

La imagen puede contener: 3 personas, personas sentadas e interior

Chelina Ortega y Alonzo Chauca
en un recital en la Feria del Libro 
permanente en Amazonas - Lima.


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